miércoles, 7 de octubre de 2009

Aquel inútil de pacotilla

Durante gran parte de mi vida estuve detrás de estos fósiles.
14 años, 3 meses, 21 días y unas 7 horas, concretamente.
Dediqué mi juventud y sapiencia a la arqueología.
Vestí como un seudo niño boyscout, profané reliquias, inhalé arenilla de los desiertos más recónditos.
Sufrí severos golpes de calor, de hecho, estuve tan expuesto a los rayos solares que quien me viera ahora pensaría que soy oriundo de Mozambique cuando, en realidad, soy albino.
Todo en vano.
En cuanto aquel joven se presentó supe que me ocasionaría un disgusto.
Con sus insolentes 22 años hoy se apropia de mi gloria.
Ese día llega tarde como siempre. Con un andar cansino y torpe.
Se sienta sobre un cajón de madera en cuyo interior descansa una pieza tan importante como invaluable.
Enciende un cigarrillo.
El humo me da directamente en el rostro. Parece no notarlo. Toso un poco, simulo que me afecta. Nada, sólo exhala.
Última pitada. Apaga el cigarro presionándolo contra el cajón de madera.
Mi mentón tiembla de ira.
Ahora permanece de rodillas. Está haciendo un castillo de arena, o al menos eso intenta... es ridículamente mediocre.
Utiliza los utensilios de la excavación para su patética obra arquitectónica.
El viento termina por derribar su amorfo montículo de arena. Parece vencido.
Río soberbiamente. La carcajada deviene en un convulsionado ataque de tos debido al polvo que se desprende del derrumbe del castillo.
Retiro de su alcance las herramientas.
Me mira y comienza el desafío.
Cava con sus manos. Sus ojos se salen de las cuencas cual perro pequinés encolerizado.
Aparentemente, el muy idiota decide enterrarse de cuerpo entero. Debo admitir que ya me provoca algo de simpatía.
Continúo con mis actividades. Soy sorprendido por un grito proveniente de las profundidades desérticas.
El maldito mocoso acaba de realizar el hallazgo más preponderante de su insignificante vida.
Luego de dedicarme de lleno durante 14 años, 3 meses, 21 días y unas 7 horas debo admitir, con envidia de la mala, que ese infeliz los ha encontrado.
El éxito rutilante procurado por el magnífico hallazgo de aquellos restos fósiles de cholga se desvaneció frente a mí como aquel castillo inmundo que levantó el afortunado muchacho.

4 comentarios:

  1. Claa! ¡ahora es otra cosa!
    Me refiero puntualmente a la publicación (esta publicación moderna que facilita, de una manera cuasi gratuita, que mas gente vea, lea, y así sea mejor persona) de sus obras!
    En hora buena licild, espero sea con éxito.
    Sea usted bienvenida al mundo digital
    Besos!
    Culp!

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  2. Lucild, es Lucild! maldita dislexia! Por no decir estupidez.
    Culp!

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  3. Lucy: feliz me hace leer sus notas en este medio digital para así poder seguir disfrutando de sus ocurrencias.

    "..cual perropequinés encolerizado" jajajaja
    Yo tenía un perro pequinés, y si son bichos raros :OP

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